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viernes, 17 de julio de 2015

Y ¿quién me explica cómo funcionan mis miedos?



Imagina una actividad en tu vida cotidiana. Te levantas, te acercas a la ventana, abres la ventana, respiras y como hace calor te sientes transpirado…  te haces el desayuno, disfrutas ese café con leche y tu jugo. Prendes la radio y tu ordenador, donde has empezado a leer algunas noticias. De pronto te das cuenta que deseas ir al baño. Entonces te levantas y vas al baño.
Todo esto lo has ido haciendo en forma automática  gracias al Hipotálamo que todos tenemos. El poder estar conectados a este “piloto automático” es algo que hace nuestra vida posible.
Imagina que estás en el baño y de pronto ves a una cucaracha, entonces una sensación de asco, miedo o inquietud te recorre el cuerpo porque rápidamente tu memoria asocia la cucaracha con suciedad, enfermedad. Y hasta que no la ves que desaparece por el desaguadero estás tensado, pensando si la matas o corres. En este instante  tu momento de paz en la mañana se ve interrumpido, esa inquietud, ese escalofrío tiene la sensación psicológica del miedo, de amenaza a tu seguridad y equilibrio.
Las sensaciones de satisfacción, de miedo o de enojo, dependen del cerebro límbico, que es responsable de la memoria y de las emociones. Y como éste está estrechamente relacionado con el Hipotálamo, no puede evitar estimularlo, entonces todos los centros que allí están se activan: se acelera tu respiración y tu pulso, aumenta la traspiración, se tensan tus músculos, tienes ganas de ir al baño.
Es decir todos los sistemas vitales se exaltan y se altera el equilibrio que tenías en los primeros momentos en que te levantes.
Y esto esto ocurre en un instante sin que hayas podido hacer nada para evitarlo. Pero como eres una persona que posee una corteza cerebral prefrontal tienes la capacidad de razonar y buscar soluciones o respuestas que te devuelvan ese momento de equilibrio y de paz… entonces piensas:
“…es una cucaracha más entre las millones que existen…deberé extremar la higiene y poner algún cucarachicida por la noche…ahora tranquilo me pongo a pensar cómo soluciono esto…”
                                                                ¿Qué ocurrió?
La corteza pre frontal le ordenó al cerebro límbico que cesara su alarma porque no era una situación peligrosa o amenazante, ya que una cucaracha no significa un peligro inminente.
Y a su vez el cerebro límbico le  ordenó al Hipotálamo normalizar todas las funciones pues el peligro ya no existe,  tampoco hay fastidio ni alegría, y todo el organismo se pone en posición de relajamiento, y dispuesto para comenzar el nuevo día.
Todo este proceso ocurre en instantes y tú apenas tomas consciencia de cómo has razonado y cómo has tomado una decisión correcta.
Pero mira… antes de irte a tu trabajo tienes que sacar a tu perro a hacer sus necesidades. Se lo ve feliz moviendo su cola, corre buscando un árbol, un poco de tierra para hacer sus necesidades todo comandado por su Hipotálamo de perro.
En cuanto se le acerca otro perro, su tranquilidad se transforma en una actitud alerta, para sus orejas, se erizan sus pelos, preparándose para huir o atacar… todas estas funciones comandadas por su cerebro límbico de perro.
Por más que quieras explicarle que no pasa nada, lo único que puede hacer tu perro es atacar, huir o esperar que pase la amenaza y ¿Por qué? Porque carece de Corteza pre frontal  preparada y por ello no puede analizar la situación, ni razonar o encontrar variantes fuera de las tres posibles señaladas. Lo que desactiva la alarma en tu perro es mostrarle los gestos que él tiene grabados en su memoria como no amenazantes, como por ejemplo no mirarlo a los ojos, acariciarlo, mostrarle las palmas de tus manos abiertas y hacia abajo o lo que tu hayas compartido con él en momentos de miedo y alerta.
 
Entonces lo que vemos es que ante una situación de amenaza surge el miedo, tanto en ti como en tu perro, y en ambos casos la respuesta inmediata es una exaltación o aceleración de las funciones vitales, lo cual nos pone en condiciones de alerta máxima para la acción.
La diferencia está en que nuestra mascota no tiene la corteza pre frontal preparada, no tiene más elección que huir, atacar o esperartú sí la tienes puedes adoptar una actitud distinta. Y aunque muchas veces nos cueste creerlo esto se puede aprender. Y se aprende cuando empezamos a trabajar en nuestros miedos identificando cuándo en nuestra historia se perdió nuestra capacidad para usar nuestra corteza prefrontal.
Pero como nos  dice el Dr.Suarez, el solo hecho de estar incorporando esta información, no solo ha creado nuevas conexiones de tus dendritas y mayor espacio en tu memoria, sino que además en lo sucesivo, no podrás dejar de pensar en lo sucesivo cuando tengas que reaccionar ante una situación:
SOY UN SER HUMANO. Voy a usar la corteza pre frontal que Dios me dio.”
 
Un paso más
El Dr. Enrique Suarez es fundador del grupo de autoayuda "EL FOBI" y habitualmente brinda conferencias para todo tipo de público, docentes y profesionales sobre Trastornos de Ansiedad, miedo, pánico, fobias y stress.
 




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